Ningún espectáculo de masas en todo el mundo sirve de excusa para la creación de bandas delictivas como el fútbol. Aunque la mayoría de los espectadores habituales de los estadios no tenga relación con estos grupos, la existencia de pandillas de matones que cometen agresiones e incluso mini-bandas de corte mafioso es común entre los “hinchas” del fútbol. Casos
como estos son habituales:
"Tras el levantamiento del secreto sumarial decretado por el Juzgado de Instrucción 33 de Barcelona se conocen más datos sobre la detención en febrero de 14 miembros de los ‘casuals’ –la facción ultra, españolista y más violenta de los Boixos Nois del FC Barcelona– por la comisión de innumerables delitos, desde principios de septiembre. Los 27.000 folios de los que consta el sumario revelan ahora, tras una larga investigación de los Mossos d’Esquadra, una densa trama de tráfico de drogas, extorsiones y palizas dirigida por destacados miembros de esta facción.
Los imputados, estructurados jerárquicamente bajo el mando de Mateo, obsesionados con las artes marciales y con ribetes de instrucción militar, extorsionaban al sector del ocio nocturno barcelonés desde hace años y se habían especializado en el robo de droga a narcotraficantes."
¿Son imaginables casos parecidos entre los espectadores de teatro, cine, danza o incluso deportes como el atletismo o la natación? Evidentemente no, con la excepción de la música popular y sus tribus urbanas, aunque en un grado mucho menor. No dejan de ser curiosas algunas hipótesis al respecto de este fenómeno. En el fútbol se reúnen varias características que pueden explicarlo:
- Un deporte de equipo con atacantes y defensores que se asemeja a una batalla entre dos tribus rivales.
- Camisetas, escudos e himnos que recuerdan a los uniformes y parafernalia militar.
- Una cantidad numerosa de participantes en el juego, un total de 22, 11 por equipo, lo que lo asemeja todavía más a una batalla tribal multitudinaria.
- El deporte con más espectadores.
Se podría especular con que el fútbol despierta ciertas emociones primitivas inconscientes relacionadas con arquetipos grabados en la especie, relativos al instinto tribal y a riñas y batallas con otras tribus. Por eso este tipo de bandas de “ultras del fútbol” no se pueden dar entre los espectadores de deportes individuales e incluso no se producen entre los espectadores del segundo deporte con más espectadores del mundo, el béisbol, que parece evocar mucho menos una batalla aunque sea de equipo. Los individuos inclinados a este tipo de actos tienen en el fútbol un caldo de cultivo que no existe en otros espectáculos.
2 comentarios:
Sin embargo, mucho más aguerrido es el rugby, que se escenifica en las mismas latitudes que el fútbol, y no tenemos noticias violentas de sus seguidores.
El rebaño hace al borrego, y lobos travestidos de ovejitas se adueñan de la iniciativa. Primero padecimos tintes de reivindicación social un tanto underground —aquellos hooligans ingleses de los años 70 y 80—. Ahora vemos ribetes políticos y nacionalistas en los anormales que buscan batallas campales en los aledaños del estadio e incluso en su interior. Son marginados.
Humm…, yo creo que los dirigentes tienen mucho que ver con su permisividad, su dejar hacer, su laxitud, su pasividad… Medios tienen a su alcance… Te aconsejo esta lectura de Por el Arco del Triunfo.
Desde luego se me ha olvidado un elemento clave, los dirigentes. No ya por pasividad, es que desde siempre han otorgado descuentos, locales y ventajas a sectores ultras por ser "los que más animan" y "apoyan al equipo".
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