El dictador de la monarquía absoluta de Qatar, Hamad Bin Jalifa al Thani, y su esposa la jequesa Mozah Bint Nasser, están de visita en España. Las grandes figuras del deporte han sido uno de sus objetivos preferentes, ya que además de reunirse con politicastros como ZP, Trinidad Jiménez o Mariano Rajoy, este sátrapa ha contactado con personalidades deportivas como el famoso regatista Juan Carlos, el presidente madridista Florentino Pérez o el mandatario barcelonista Sandro Rosell. Tras estas reuniones Moncloa ha emitido un comunicado en el que ha dejado claro el aumento de las relaciones bilaterales entre España y Qatar.
Este emirato ha sido designado para organizar el Mundial de fútbol de 2.022 y tiene planeadas obras faraónicas con este motivo, por lo que la relación entre el deporte-espectáculo y este régimen despótico parece consolidarse.
Es de suponer que la cadena televisiva-panfleto de Qatar, Al Jazeera, vaya aumentando la cobertura de deportes según se acerca el 2.022.
Qatar y su No-Do particular, Al Jazeera, han sido los grandes protagonistas de la campaña de mentiras contra Libia para justificar la masacre actual, así como de parte de la financiación de los bombardeos, cuyo fin es instalar un régimen títere de los poderes globales y expoliar el país.
Dicen las malas lenguas que el monarca absoluto había advertido al régimen de Gadafi acerca de las políticas de este último en relación a hechos como tener un sistema financiero independiente, una renta básica para los ciudadanos, el mejor sistema sanitario y educativo de Africa o la gratuidad del agua y la electricidad. Políticas muy alejadas de las de las monarquías absolutas semi-esclavistas de Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Arabes o Qatar y que resultaban “peligrosas”. De ahí el empeño de estos aficionados al deporte por montar la guerra de Libia.
martes, 26 de abril de 2011
jueves, 14 de abril de 2011
El fin de la burbuja del deporte
El pasado año 2010 la omni-presencia e “importancia” del deporte llegó a su punto álgido en España, sobre todo gracias al fenómeno del Mundial de fútbol y la victoria de la selección española en este absurdo y seguramente semi-amañado espectáculo. Parece improbable que en los próximos años se vuelva a llegar al paroxismo en cuanto al negocio y entretenimiento de masas que se hace llamar deporte. Varias noticias van a contribuir a ello, como contamos aquí; el Mundial de 2018, finalmente, no ha sido concedido a España, sino que se va a Rusia; así como que tras ser denegada en 2009 la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos de 2016, parece que la idea de presentarse para los de 2020 no está teniendo demasiado apoyo. A pesar del derroche realizado por Gallardón para promocionar la candidatura, seguramente los madrileños no sólo se hayan librado de las molestias y la especulación derivados de unos juegos para 2016, sino también para 2020.
Dentro de poco habrá cuatro Barcelona-Madrid, cuatro “partidos del siglo” seguidos. Teniendo en cuenta que estos equipos se enfentan varias veces todos los años desde hace décadas y décadas, lo de venderlo como un gran acontecimiento de suma importancia ya sólo puede colar entre los más descerebrados seguidores de este juego de pelota. Por otra parte, la situación tanto mundial como española se acerca a grandes pasos a lo que parece un colapso sistémico, entre una generalización de las guerras y la corrupción. Por mucho que desde el poder sigan la máxima de “pan y circo”, cada vez va a haber menos pan, lo que hará menos efectivo el circo.
Con esto no queremos decir que el deporte vaya a desaparecer, obviamente. Seguirá recibiendo ayudas y subvenciones multi-millonarias, se seguirá dando la matraca, sobre todo con el fútbol, en todos los medios de manipulación de masas, se seguirán llenando estadios. Pero parece claro que el deporte va a perder mucha importancia relativa en este país, tras la fiebre de 2010. Los próximos años preveemos que la gente va a estar más ocupada en temas más trascendentes y la importancia social y económica del deporte se verá claramente disminuida.
A partir de ahora este blog se actualizará mucho menos. Llevamos dos años y medio sacando una media de dos entradas semanales y ya no lo haremos. Tampoco lo vamos a cerrar, pondremos algo de vez en cuando. Las razones son:
- Estamos algo cansados del tema deportivo.
- Como dice este artículo, este tema va a perder importancia en los próximos años.
- Ya hemos dicho casi todo lo que teníamos que decir sobre el deporte.
martes, 12 de abril de 2011
El fútbol sala, Libia y entrenadores españoles
El seleccionador del equipo de fútbol sala de Libia es el español Pablo Prieto. Según un diario internáutico, “el éxito de nuestro fútbol sala, a nivel de Liga y de selección, ha provocado que desde fuera se fijen en España. Libia quería a algún español para iniciar un proyecto con su 'futsal'. El país del norte de África es un ejemplo de que este deporte está creciendo a nivel informativo y económico en todo el mundo”. Parece que el fútbol sala se estaba haciendo popular en Libia. El cuerpo técnico al completo de la selección nacional de Libia es español, incluyendo al preparador físico, el fisioterapeuta y los segundos entrenadores. Todos han tenido que volver a España debido a la guerra. Prieto ha declarado, ante la pregunta de si esperaba que estallase el conflicto: “La verdad es que a todos nos ha cogido por sorpresa. Recuerdo cuando empezaron las revueltas en Túnez y Egipto y nosotros preguntamos a las personas de nuestra confianza si esto podía pasar en Libia… siempre nos dijeron que era "imposible, dado que en nuestro país, la gente está muy contenta con el régimen". Incluso antes del 17 de febrero, cuando todos los medios de comunicación decían que empezarían las revueltas en Libia, todos me repetían lo mismo: era imposible y no pasaría nada. A mí, personalmente, me han sorprendido muchísimo. Nunca pensé que podría suceder algo como así”.
A pesar del bombardeo informativo diario sobre deportes y gentes del deporte, no es precisamente previsible que este testimonio sea aireado en los mass media... las mentiras y la manipulación informativa sobre el caso libio están llegando a extremos grotescos (como en casi todo lo demás, por otra parte). Las opiniones de algunos analistas políticos, así como otros testimonios de españoles que han estado en Libia, resultan esclarecedoras, como se indica aquí.
Entrevista a una española que vive en Libia.
Su blog.
Análisis:
acratasnew.blogspot.com/2011/03/unsc-organizes-libya-expoliation-el.html
dizdira.blogspot.com/2011/03/libia-revuelta-popular-nuevos-datos.html
¿Quién comete las masacres?
“G de gratis. Los libios lo tienen casi todo pagado. Cuando una pareja se casa, el Estado la provee de vivienda. Si desean irse a vivir cerca de los padres de él –es lo usual– o, si quieren una casa con determinadas condiciones, pueden quedarse el dinero equivalente y poner ellos la diferencia necesaria para comprar otra. Lo mismo ocurre con el coche. El que ofrece el Estado suele ser asiático y su valor ronda los 19.000 dinares (casi doce mil euros). Hay un importante mercado de coches de segunda mano: Mercedes, Volkswagen, Toyota. Muchos vienen de Suiza y parece que la etiqueta con la CH (Confederación Helvética) debe de ser un signo de distinción, porque nadie se molesta en quitarla. A veces tampoco se molestan en desenganchar la matrícula anterior sino que sobreponen la del país.
También son gratis la electricidad, el agua, la enseñanza y la sanidad. Los libios no pagan impuestos. Así que el sueldo medio, 400 dinares, equivalente a 240 euros, es más que suficiente. Ese sueldo llega a unos 1.300 dinares entre los médicos y a 1.800 dinares entre los catedráticos de universidad.”
“Los ciudadanos occidentales no saben que los libios tienen un sistema gratuito de atención y tratamiento de la salud, que los hospitales libios están dotados de los mejores equipos médicos del mundo; que la educación en Libia es gratuita; que los jóvenes con talento tienen la oportunidad de estudiar en el extranjero a costa del estado libio; que después de casarse, una pareja puede obtener más de 60.000 dinares (50.000 dólares) de ayuda financiera; que los precios de los coches son considerablemente más bajos que en Europa y el costo de la gasolina es de 18 centavos de dólar el litro (y el kilo de pan, de 4 centavos del dólar); que los libios tienen seguridad en el empleo y que su nivel educativo general es mucho mejor que en Arabia Saudí o que el de ciertos barrios de Londres o Nueva York... ¿Por qué debemos destruir el régimen del Coronel Gadaffi, entonces?
Porque Libia ha cometido un pecado gravísimo, capital: los créditos del Estado no devengan intereses, y muchas veces el principal del crédito se condona también. Imperdonable.”
viernes, 1 de abril de 2011
Crónica de la histórica final de la Liga Europea de baloncesto de 1995
Esto es una crónica de la experiencia de un espectador de la final en Zaragoza de la Liga Europea de baloncesto que ganó el Real Madrid en 1995, ante el equipo griego del Olympiakos. No es una crónica del partido, sino sólo el punto de vista de un espectador, uno de los miembros de La Verdad del Deporte, sobre el “ambiente” de aquel evento. Nada se cuenta de Obradovic o Sabonis, sólo de la afición.
En el autobús de línea hacia Zaragoza ya había algunos hinchas del Madrid. Cuando llegamos a la ciudad era bastante espectacular ver como todo el centro estaba tomado por los hinchas griegos, especialmente del Olympiakos. En un hotel habían colgado banderas roji-blancas desde las ventanas y parecía propiedad suya. Nos contaron que el día anterior se habían enfrentado en una plaza dos grupos de aficionados del Panathinaikos y el Olympiakos a base de sillas, mesas y botellas y había intervenido la policía. Los dos grandes rivales atenienses, con sus colores verde y roji-blanco respectivos, llenaban de cánticos y gritos toda la ciudad, ataviados con bufandas y camisetas.
Al llegar a la cancha para ver las semi-finales, toda ella estaba dividida en cuatro bloques de colores, debido a las banderas y camisetas de los aficionados. El más grande era blanco, el siguiente en tamaño roji-blanco, otro algo más pequeño verde y el menos numeroso, el del Limoges, amarillo. La reacción de los madridistas fue visceral: se pusieron a gritar “musho beti, musho beti” amistosamente en dirección a la gente del Panathinaikos y a llamar cabrones e hijos de puta colchoneros a la del Olympiakos. Los colores de los equipos griegos producían una identificación primitiva y los madridistas parecían odiar a los hinchas del Olympiakos, a los que identificaban con el eterno rival, el Atlético de Madrid, mientras el Panathinaikos era equivalente al Betis. Durante el partido Panathinaikos-Olympiakos no pararon de animar a los primeros e insultar a los segundos, que devolvían insultos en griego hacia nuestra zona que evidentemente no entendíamos. Después fue el partido Limoges-Real Madrid, durante el cual muchos madridistas gritaban insultos racistas hacia los jugadores negros del Limoges, “mono” y cosas así.
En las semi-finales el Madrid venció al Limoges y el Olympiakos al Panathinaikos. La gran final sería Real Madrid-Olympiakos, por tanto.
Mientras tomábamos una cerveza en una terraza antes del partido se nos acercó alguien y nos pasó una frase en griego “españolizada” que debíamos gritar durante el partido. Creo que era algo así como “hijos de puta, cabrones del Pireo”. El Olympiakos es el equipo del Pireo.
En la gran final estábamos bien acompañados. A un lado estaba lo más presentable, un grupo de minusválidos psíquicos con unos cuidadores. Uno de ellos nos logró explicar trabajosamente que Antonio Martín era idiota, porque le habían pedido un autógrafo a la salida del hotel y había pasado de ellos despreciándoles. Un poco más adelante nuestro teníamos especímenes menos presentables. Un chaval enorme, obeso y alto, con una boina con la bandera del aguilucho franquista, era todo un espectáculo. Tenía un megáfono y no paraba de correr de un lado a otro gritando, bajo la atenta mirada de unos anti-disturbios de aspecto muy peligroso y malencarado, que parecían estar hartándose de él. El jugador favorito de este personaje debía ser Joe Arlauckas, al que no paraba de animar: “¡Arlauckas, Arlauckas!”. Un grupo de jovencitos de aspecto pijo y formal se pasaron todo el partido levantando una bandera franquista a intervalos.
Por su parte, el lado griego era todo un espectáculo increíblemente ruidoso. Bombos, pateos, gritos ensordecedores, gestos amenazadores para los madridistas o para el árbitro. Entre una muchedumbre de jóvenes se podía ver a una anciana de al menos 70 años, vestida tradicionalmente, con un vestido negro rural y pañuelo. Estaba entusiasmada, riendo y gritando como la que más, rodeada de jóvenes vociferantes. El sector madridista gritó varias veces la frase con insultos en griego que nos habían dado, y los del Olympiakos aplaudían.
Las carreras de lado a lado del chaval enorme con boina franquista acabaron mal; se cayó encima de un espectador sentado, al que debió dejar hecho polvo. Los anti-disturbios malencarados se lo llevaron detenido, pese a su cara de desesperación: se iba a perder el final del partido.
Finalmente ganó el Real Madrid al “estilo Obradovic” (aburrido, ralentizando el juego y con pocos puntos) y fuimos a celebrarlo. Aparte de las cervezas nos tomamos 8 chupitos de tequila, uno por cada Copa de Europa de baloncesto que había ganado el Madrid, mientras dábamos gritos estúpidos. Unos hinchas del Olympiakos nos robaron una bufanda y casi nos pegan, aunque yo gritaba “peace, peace” en medio de la trifulca para calmar los ánimos. El encargado del bar, un tipo cuadrado, consiguió que se fueran. Puede que nos libráramos de una paliza, quién sabe.
Al final de la noche alguien llamó a la policía municipal y al SAMUR debido a nuestro mal estado etílico, tras vomitar todo lo vomitable por las esquinas y armar escándalo por todo el centro de Zaragoza. Pero no hizo falta utilizar la ambulancia, ninguno llegábamos al coma etílico...
A pesar de todo, los del pequeño hotel no nos dieron problemas, aunque el SAMUR y la policía aparecieron cuando ya estábamos armándola por allí, incluso subieron a la habitación a por el más borracho de nosotros. Y eso que de los 5 que fuimos nos metimos en dos habitaciones dobles. Uno estaba de gorra, durmiendo en el suelo.
Este fue el penúltimo partido de baloncesto al que acudí, y ya hace 16 años de eso. De adolescente fui mucho más al baloncesto que al fútbol, un juego que me parecía mucho más aburrido. Ahora me parecen igual de aburridos ambos y sigo teniendo aversión al tequila.
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